miércoles, 16 de noviembre de 2011

La entrevista

La invitación incluía el pasaje de avión, comidas, traslados, todo. La verdad, me quedé sorprendido cuando hablé por teléfono. Me llamó un hombre joven, R.P, productor de un canal importante de Capital Federal. Querían entrevistarme en el piso, armar un pequeño set con un fondo especial; en fin, cuestiones técnicas que no vienen al caso. Me preguntaron si podía ir, les dije que sí, obviamente. En menos de una hora ya tenía en mi mail el ticket del vuelo y el nombre de la persona que me esperaría en el aeropuerto.

Llegué a las 11:45 a Buenos Aires. Dicho y hecho: una mujer, Silvina, me esperaba. Subimos a un auto blanco y nos fuimos a comer a un restaurante en el barrio de Colegiales. Una parrilla al paso, precios módicos, platos de muy buena calidad. Silvina no me dejó ni colaborar con la propina. Me explicó que a las 14:30 teníamos que estar en el estudio, que la entrevista no duraría más de una hora. Simplemente querían armar un pequeño material de 10 minutos sobre la novela y la modalidad de edición independiente. Pedimos postre, para mi sorpresa en la carta figuraba la opción gelatina, así que ni dudé. Ella pidió un café. Fumamos un cigarrillo sentados en la vereda y partimos en el auto para Belgrano.

Llegamos a un edificio de fachada gris, antiguo pero bien mantenido, a la distancia parecía todo de hormigón armado. Ventanas con rejas y una garita de seguridad. Silvina abrió un portón inmenso a control remoto y estacionó entremedio de otros autos, todos lujosos. Hacía frío en la cochera. Saludamos al empleado de seguridad y subimos a un ascensor. Tercer piso. El estudio era más bien pequeño, pero equipado con la última tecnología, por todos lados había monitores planos, incluso había una grúa que se manejaba con una especie de joystick. Ni bien llegué me saludó R.P. A pesar de que sonreía se traspapelaba -detrás, algo en la mirada- la cara de mal llevado. O amargado. Es casi lo mismo. Me maquillaron un poco, me peinaron. Mientras, me explicaban que iba a estar sentado en un silloncito rojo, de frente a dos cámaras, que hable mirando al periodista. Bien simple, dije que sí a todo.

Me senté en el silloncito. El periodista era también joven, de pelo largo atado en rodete por encima de la nuca. Tenía unos papeles en la mano. Atrás se pararon R.P, Silvina, la maquilladora y el técnico encargado del sonido. Se prendieron los tachos de luz. Nos saludamos, me acomodé la corbata y comenzamos la entrevista.

La primera pregunta fue la más obvia, pero también necesaria: de qué se trata la novela. Expliqué que Gutiérrez es un muchacho que come manzanas, un buen tipo. Y que me tomé el tiempo necesario para escribirla y publicarla.

- ¿Es verdad que la historia está inspirada en la vida de Steve Jobs?-.

Creo que fruncí el seño y sonreí al mismo tiempo. No sé, no pude verme la cara en ningún monitor.

- Sí, claro. Es la biografía no autorizada de Jobs-.
- Por lo de las manzanas pregunto-.
- Sí, es una excelente pregunta. Gutiérrez es una metáfora de Jobs, Adán, Eva, Issac Newton y el sello discográfico de los Beatles-.
- ¿Esperaba que se muera Jobs para hacer el lanzamiento?-.
- No, a decir verdad sospechábamos que su enfermedad iba a evolucionar rápidamente, pero nunca creímos que iba a ser para tanto. Fue una casualidad que finalmente nos benefició-.
- ¿Cuántas páginas tiene la novela?-.
- Esta edición tiene 1173 páginas-.
- No parecen tantas. Vi el libro en un vidriera en Mar del Plata-.
- Son 1173 páginas. No te voy a mentir. Pasa que muchas están en blanco y muchas tienen únicamente una letra-.
- ¿Y por qué eso?-.
- Porque los libros gordos parecen más importantes. La gente inteligente escribe libros bien gordos. Además, está buenísimo porque al tener páginas con una sola letra se leen más rápido. Lo mejor es sentir que uno avanza en la lectura. Hicimos un estudio de mercado entre los lectores y advertimos que gusta mucho eso de leer cien páginas en una sola noche-.
- ¿Cómo va la venta?-.
- Por ahora lo compró mi mamá, mi papá y un amigo. Es más de lo que esperábamos-.
- ¿Cuántos ejemplares tiene esta primera tirada?-.
- Hicimos 150 mil-.
- ¿Por qué habla en plural?-.
- No sé, queda mejor. Más humilde-.

- Hable en singular, por favor- gritó R.P desde atrás.

El periodista se dio vuelta y miró a R.P fijo a los ojos.
- Siempre hacés lo mismo, estoy entrevistando yo-.

Ahí nomás empezaron a insultarse. Se apagaron las luces. Los camarógrafos se fueron a comer un sándwich. Yo me quedé sentado un rato, pero ya sospechaba que la entrevista no iba a continuar. Le hice señas a Silvina para que se acerque y le pregunté si había posibilidades de conseguir el material, lo que habían grabado de la entrevista. Para subir a mi blog, le expliqué. Me dijo que no, imposible, que estaba demasiado incompleto, que faltaban preguntas.

Cuando me fui ya nadie se insultaba. Pero no había ánimo para retomar. Me pagaron un taxi hasta el aeropuerto. El vuelo se iba a retrasar unas cinco horas, en los altavoces decían que había una concentración de ceniza volcánica flotando a media altura. Mientras esperaba me llamó R.P, me preguntó si podía volver la semana que viene. Le dije que sí, obviamente. Quedamos para el próximo miércoles. Recién miré la casilla de mail, ya me enviaron el ticket.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta lo que escribis...

Anónimo dijo...

+ 1.